58 – JOMO vs FOMO

Hace tiempo, cuando las redes sociales comenzaron a popularizarse y parecía que no eras nadie si no estabas en ellas, comenzó a hacerse popular el término «FOMO» (Fear Of Missing Out) que sirve para describir la sensación de temor a perderte las cosas.

Ese «síndrome» lo sufren aquellas personas que debido a la continua comparación de su vida con la de los demás a través de las redes sociales piensan que su vida es aburrida o que están perdiendo el tiempo, por lo que tienen la imperiosa necesidad de estar haciendo cosas todo el tiempo (por supuesto, cosas molonas y que queden bien en una entrada o foto de una red social) y mostrándolo a través de las redes sociales. Para ellos, el tiempo que estás sin hacer nada es tiempo perdido, y seguramente lo pasarán lamentándose por todo lo que están dejando de hacer y no están «disfrutando».
Esta gente, con la intención de mostrar que no están perdiendo el tiempo en absoluto y que lo viven a tope, no se privarán de mostrarse en fiestas con multitud de personas, en viajes por los rincones más caros u escondidos del mundo, en restaurantes y rincones de postín… en definitiva: Mostrarán una vida en teoría perfecta (y brutalmente consumista, no lo olvidemos). Como he dicho anteriormente, este fenómeno nace con la popularización de las redes sociales, pero realmente no son imprescindibles y puede darse el caso de gente que simplemente sienta verdadera ansiedad ante la perspectiva de pasar tiempo sin hacer nada «productivo», lo que la empuje a estar siempre pendiente de que cosas hacer y sienta miedo ante lo que puede perderse.

En contraposición al término anterior, hace no tanto tiempo nació el término «JOMO» (Joy Of Missing Out). En este caso lo que se de describe es el placer que se siente ante la perspectiva de vivir tu vida de forma tranquila sin estar pendiente de lo que te estás perdiendo o de lo que estás dejando de hacer.

El término «JOMO», a pesar de ser una clara contraposición al «FOMO», está mucho más cerca de la filosofía tradicional y de una vida emocionalmente más estable y consecuente con el medio.

Atendiendo a la filosofía, yo veo un gran paralelismo entre el «JOMO» y el sentido estoico de la renuncia. Nuestros queridos filósofos estoicos tenían claro que la vida es renuncia y que ella te ayuda alcanzar la virtud. Ellos entendían la renuncia como el hecho de que cuando tú decides hacer una cosa (por ejemplo, quedarte una tarde jugando con tu hijo) estás renunciando a llevar a cabo todas las demás cosas que podrías estar haciendo en ese preciso instante (por ejemplo, podrías estar dando una vuelta por la montaña, o haciendo ejercicio, o visitando a un amigo, etc). Cada vez que eliges hacer una cosa, estás renunciando a un número casi ilimitado de alternativas.
Bajo mi punto de vista, una vez interiorizas esto, el «FOMO» pierde el sentido y la razón de ser.

En teoría, el no perderte cosas y el llevar una vida lo más intensa posible, debería de ser algo realmente placentero y que te llenase como persona, pero la realidad es otra muy distinta. Ante la imposibilidad de hacer todo en esta vida, esta actitud te puede llevar a un estado de ansiedad ante lo que te estás perdiendo. Por otro lado, esta actitud no deja de ser una «trampa» más de un sistema basado en un consumismo voraz, ya que seguramente casi todo lo que te da miedo perderte cuesta dinero (y, generalmente, no poco)… cosa que de nuevo puede llevarte ante el sentimiento de ansiedad por no tener el capital suficiente para llevarlo a cabo… Sea como sea, quien gana aquí es el sistema capitalista y el consumismo puro y duro.

El aceptar que no puedes hacer todo, y lo que es más importante, que no pasa nada por no hacerlo todo, es una actitud emocionalmente mucho más positiva. No hay que olvidar que incluso el no hacer nada ya es una acción en sí misma; si un día no te apetece hacer nada y decides pasar el día descansando no debes de sentirte mal por ello, ya que sí que estás haciendo algo (descansar). También es importante no confundir esto con la procrastinación infinita.

Yo, como todo el mundo, también me he sentido mal en muchas ocasiones por cosas que no estaba haciendo (sobre todo cuando era joven y, por el motivo que fuese, no podía salir un sábado por la noche), pero tras haber interiorizado el concepto de «renuncia» al estilo estoico es una sensación que no he vuelto a tener.

Cuando estoy dando un paseo con mis hijos, leyendo un libro, o incluso meditando y tratando de escucharme a mí mismo, no pienso en ningún momento en lo que me estoy perdiendo por no estar en otro lugar (¿de verdad alguien va a echarme en falta en aquella fiesta a la que no he ido o en ese viaje que no he hecho?), lo importante es estar haciendo en todo momento lo que TÚ quieres hacer en ese momento en lugar de lo que sea más llamativo o «emocionante» de cara a los demás.
Yo tengo una vida claramente aburrida, pero esa vida que puede parecer tan aburrida para los demás es la que yo he elegido, con la que me siento feliz, y la que quiero seguir llevando.
No necesito ir a un restaurante caro a comer (es más, prefiero mil veces ir a desayunar a un bar de toda la vida o a comer un menú del día), ni ir de viaje a un sitio lejano que a lo mejor no me apetece realmente conocer (en su lugar, un simple paseo por la montaña me libera muchísimo más)… no necesito una vida que pueda mostrar ante los demás, si no una que me de la suficiente calma y tranquilidad a mí.

Hagas lo que hagas, se feliz con ello y que te de igual lo que digan los demás… y si toca elegir entre el FOMO y el JOMO… yo elijo claramente el JOMO.

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