42 – Después del ocaso (III)

Vamos a por la última entrada de este 2023 y de esta «mini serie» sobre mí mismo (sin intención de mostrar egolatría ni un excesivo amor por mi propia voz).

Tal y como acabé contando en la entrada anterior, encontré un trabajo en el sector de la informática, en un departamento de Operación 24×7 por el salario mínimo de aquel momento (año 2010). Al cabo de varios meses hablé con la empresa ya que al estar a turnos y hacer fines de semana no era legal siquiera pagarme lo que me estaba pagando y así conseguí mi primera «subida» de sueldo en la informática (vamos… que se me ajustó a la legalidad). Tras un año y pico más en la empresa (quitando el incidente anterior, la verdad es que estaba realmente a gusto ya que tenía unos compañeros muy buenos) di el salto a mi empresa actual.
Mi estancia de dos años en esta primera empresa estuvo marcada por frecuentes crisis de ansiedad y por la muerte de una de mis abuelas. Mi estado emocional seguía siendo bastante delicado y el tener que trabajar de noche no ayudó en absoluto a mejorarlo. No obstante, mi estado emocional al menos había dejado de empeorar.
Cuando dejé esta empresa ya hacía cuatro años desde el fallecimiento de mi madre, pero incluso esta época la tengo en mi mente cubierta de brumas y al tratar de recordarla me parece más estar recordando un sueño que algo que me haya pasado a mí realmente.

Situados en el año 2010, cuatro años después del sucedo que desencadena esta serie de entradas del blog, ficho por la empresa en la que sigo trabajando a día de hoy. Inicialmente caigo en un proyecto de Operación con turnos 24×7. En dicho proyecto coincido con un equipo de compañeros espectaculares que fueron un gran apoyo a lo largo de los dos años que permanecí en él. Comenzamos a salir de fiesta y nos convertimos realmente en amigos, formando un grupo muy majo en el que todos podíamos contar con el resto para todo (una lástima que esa relación no haya llegado viva a día de hoy).

Entre medias de ese proyecto voy a una cena de antiguos compañeros del colegio, con los que no había tenido contacto desde hace más de una década y me fijo en una chica que iba un curso por encima en mi época escolar. Este fue mi primer intento serio de cortejo tras la chica con la que lo intenté poco antes de morir mi madre y que relaté en la entrada de hace dos semanas. En esta ocasión si llegamos a salir y estuvimos juntos varios meses. Ella me dio bastante estabilidad ya que por fin dejaba de sentirme tan solo y sentía que realmente tenía alguien con quien poder hablar y hacer cosas que me gustaban y no podía hacer con otras personas por incompatibilidad de horarios o gustos… sin embargo, el tiempo fue demostrando que no éramos tan compatibles como creíamos en un primer momento y la relación terminó de una forma bastante dañina para ambos… esta era del tipo de relaciones que se dejan y se vuelve a ella en varias ocasiones hasta que un día decides que no va a ningún lado y que es mejor dejarlo y que cada una de las personas sigan su camino de forma independiente… aun así, el final fue bastante amargo y nuevamente (como es de esperar en estos casos) mi estabilidad emocional se fue al traste.

Tras dejarlo con la chica aumenté el número de mis salidas nocturnas de fiesta, seguí con mis ideas suicidas (nunca llevadas a la práctica, por suerte) y con un sentimiento de vacío y soledad que parecía que nunca dejaría de acompañarme… En esta época, tras una salida nocturna junto con un compañero de trabajo, fuimos bajados del coche borrachos y agredidos en plena calle Alberto Aguilera (en Madrid) y tuvimos un altercado con la policía… como puede verse, fue una época de decadencia muy del estilo de la anterior en mi vida. Incluso llegué varias veces borracho al trabajo (siempre en fin de semana, que era cuando no había jefes) y en varias ocasiones fui a trabajar de empalme sin haber dormido nada.

Los años fueron pasando sin pena ni gloria… en el trabajo pedí el cambio de proyecto para dejar de trabajar a turnos y fui asignado a un proyecto en el que estuve dos años y del que guardo un recuerdo totalmente neutro. Durante aquel proyecto dejé la medicación (antidepresivos y ansiolíticos) por voluntad propia, abandoné el seguimiento de los médicos y comencé a salir de fiesta con gente desconocida (grupos de singles). Las crisis de ansiedad eran menos frecuentes aunque todavía estaban muy presentes en mi vida y realmente el dejar la medicación no me hizo ni bien ni mal, ya que me seguía sintiendo exactamente igual que mientras la tomaba… Mi vida seguía pareciéndome un absurdo que me limitaba a vivir por pura inercia.

Tras esos dos años, situados ya en el año 2014, fui enviado a un proyecto que yo considero el comienzo de mi recuperación real. A nivel laboral fue uno de los proyectos donde más he trabajado y donde conocí a los compañeros más serios y formales que he tenido nunca (tengo muy buen recuerdo de ellos), pero el cambio vino por la parte no laboral.
En el año 2015 me fui de fin de semana con un excompañero de trabajo a Salamanca. Pasamos tres días de auténtico desenfreno… no recuerdo haber tenido una resaca tan fuerte como aquella en toda mi vida (me daba incluso asco el alcohol) y fue la segunda y última vez que coqueteé con las drogas… Tras el tercer día por un lado estaba deseando volver a casa porque estaba machacado, pero por otro no quería que se acabase nunca… no obstante, como era de esperar, se acabó el fin de semana, volví a casa y fue la última vez en mi vida que vi a este excompañero de trabajo.
Ese fin de semana supuso en cambio enorme en mi vida ya que pensé «Jamás voy a pegarme una fiesta como la que me he pegado, así que como no voy a poder superarlo nunca, es hora de retirarme».

Dejé de beber (sigo siendo abstemio a día de hoy), dejé de salir por la noche, me apunté a un gimnasio, me aficioné a las rutas de senderismo (ir de ruta un sábado a las 7 de la mañana es incompatible con salir de fiesta el día de antes) y cogí como hobby la lectura.
A pesar de que me seguía sintiendo solo y de que de vez en cuando tenía alguna crisis de ansiedad, mi situación emocional comenzó a mejorar paulatinamente.

Creo que todos los cambios realizados (y relatados en el párrafo anterior) consiguieron estabilizar mi vida y hacerla mínimamente atractiva para otra gente, ya que tras un par de años (ya en el año 2017) conocí a la que hoy en día es mi mujer y madre de mis hijos… aunque todavía me quedaba bastante por madurar ya que seguía siendo una persona bastante colérica, inexpresiva, poco dialogante, taxativa e incapaz de hablar de lo sucedido a su madre 11 años atrás…

Lo sucedido después puede decirse que es historia (o, mejor dicho, otra historia). Poco a poco fui moderando muchísimo el carácter y la llegada a mi vida del estoicismo (además de la filosofía en general) consiguió reconciliarme con mi pasado y con lo sucedido a mi madre en aquel lejano mes de octubre del año 2006. Si no llega a ser por mi actual mujer, mis dos hijos y la filosofía práctica no creo que ahora estuviese escribiendo estos textos ya que me resultaba imposible pensar en mi madre sin que me embargasen las ganas de llorar y los lamentos por una vida que ni existe ni puede existir.

Me gusta la vida que estoy viviendo ahora… ante todo soy padre, y después todo lo demás… No creo en el más allá ni en nada parecido, por lo que me es imposible pensar algo del estilo de «Ojalá estés viendo esto, mamá, porque todo lo que hago va por tí», pero sí que puedo decir que por fin lo he superado.
Me ha costado muchos años superarlo (más de una década), pero por fin lo he conseguido… ya puedo hablar de mi madre sin ponerme a llorar y sin sentir un vacío abrasador. Todavía no me veo con fuerzas para ver una foto suya, eso también es cierto… llevo sin ver fotos suyas desde que murió, pero creo que esta es la última asignatura pendiente que me queda respecto a este tema.
Los momentos de ansiedad no han desaparecido por completo, y quizá nunca lo hagan del todo, pero son infinitamente menos numerosos y no interrumpen para nada mi día a dia. Ya no me siento solo, ya no quiero en ningún caso abandonar esta vida, valoro cada momento que paso aquí y ahora, con la mucha o poca gente que esté conmigo en cada momento (no soy de multitudes, prefiero pasar el tiempo con muy poca gente y poder dedicarles el 100% de mi atención), y ya he dejado el mayor legado que podré dejar nunca a través de mis propios hijos. Ahora sí que puedo decir claramente que soy FELIZ.

No se me olvida el día que es hoy… y este texto es para mí mi propio regalo de navidad ya que a lo largo de este mes es como si me hubiese estado contando mi propia historia a mí mismo.

¡¡FELIZ NAVIDAD A TODOS!! Y entrad con buen pie en el año 2024 🙂

¡¡Nos leemos el año que viene!!

2 respuestas a “42 – Después del ocaso (III)”

  1. […] ocaso – DESDE UN BALCÓN DE MADRIDUna experiencia tras perder a un ser querido. Tiene segunda y tercera […]

    Me gusta

  2. Avatar de Top N’ Blogz #8 – THE_CHEI$

    […] del ocaso (Parte I, Parte II y Parte III) – Desde un balcón de […]

    Me gusta

Deja un comentario

Importante:



También estoy en:



Suscripción:



Lista de categorías:



Entradas por fecha:



Crea una web o blog en WordPress.com

Diseña un sitio como este con WordPress.com
Comenzar