45 – De vuelta a Linux

Hace prácticamente dos meses que dejé bastante de lado a Linux ya que es una afición que me ha hecho perder bastante tiempo. He tenido una temporada bastante fuerte de «distrohopper» (para quien no sepa lo que significa, es alguien que prueba una distribución tras otra o la cambia cada poco tiempo, en lugar de centrarse en una sola y trabajar con ella) y eso me ha quitado tiempo para el resto de proyectos que tenía en mente… ¿así que qué solución encontré? Pues la más cómoda: Instalar Windows, que solo es uno, y pasar de Linux hasta terminar con los proyectos que tenía en mente… pero no me ha sido posible…

Me he tratado de acostumbrar a Windows a conciencia, como ya he tratado de hacer en ocasiones anteriores, y aunque reconozco que es un sistema cómodo y en el que todo funciona (al menos de primeras) no he conseguido adaptarme a él por varios motivos, que podría resumir en su desastroso registro, la poco desarrollada terminal que tiene y la insistencia del sistema por utilizar las aplicaciones de Microsoft… eso sin mencionar el tema de la privacidad, que a mí me resulta crucial a nivel ideológico.
Además, aunque la gente se suele quejar de que con Linux se pueden hacer menos cosas o que son más difíciles de hacer que con Windows en mi caso es al contrario ya que me he encontrado con verdaderas dificultades para hacer cosas que en Linux hacía sin esfuerzo.

Así que aunque mi propósito inicial para este año era olvidarme de Linux y centrarme en Windows, a última hora decidí darle la vuelta y centrarme en Linux (que es donde realmente me siento cómodo) y olvidarme de Windows.
Una vez tomada la decisión de volver a Linux, la siguiente que debía de tomar era a que distribución regresar y con qué entorno de escritorio.

La distribución la decidí casi al momento de comenzar a pensarlo: Necesito una distribución que no me quite tiempo (es decir, que sepa que no me va a fallar o que no va a romperse en una actualización), y que además trabaje bien con el controlador propietario de nVidia (cuando compré el ordenador, hace más de 7 años, no supuse los problemas futuros que me daría el optar por esta marca de tarjetas gráficas… pero como me sigue funcionando bien la tarjeta no tengo intención de cambiarla). Eso me hizo decidirme por la casi siempre infalible Debian inicialmente.

El siguiente paso era decidir el entorno de escritorio. En un primer momento pensé en los dos clásicos: Plasma y Gnome.
Me encanta el minimalismo, pero Plasma es tan sumamente configurable que lo puedes dejar de forma realmente minimalista sin renunciar a ninguna de las opciones… no obstante, Plasma siempre me ha terminado dando algún molesto error, por lo que fue el primero que descarté.
Gnome lo he usado muchísimo tiempo, pero aunque es realmente minimalista tiene algunas decisiones a nivel de diseño con las que no estoy de acuerdo y le faltan configuraciones que veo como básicas (ya sé que a través de consola y con extensiones se puede modificar todo… pero dado que no quiero perder demasiado tiempo con el sistema quería algún entorno de escritorio que me permitiese configurarlo sin tener que recurrir a herramienta externas), por lo que también decidí descartarlo.
Tras descartar los dos grandes entornos puse la mirada en Cinnamon: Un entorno muy configurable, basado en GTK, con una estabilidad realmente notable y que recibe actualizaciones de forma bastante constante (al revés que XFCE o Mate, que tienen un desarrollo bastante más pausado). Cinnamon lo veo como el punto de equilibrio entre Gnome y KDE ya que se trata de un escritorio bastante conservador a nivel de ideas y que se centra más en la estabilidad que en incluir funciones rompedoras.

Una vez decida la distribución y el entorno de escritorio, Debian y Cinnamon en mi caso, lo más lógico hubiese sido proceder a su instalación, y de hecho esa era la intención que tenía hasta que recordé que el equipo de Linux Mint (creadores y mantenedores de Cinnamon) mantiene una distribución basada en la rama estable de Debian y con todas las utilidades y mejoras que se aplican en la distribución principal de Linux Mint, llamada LMDE. Es decir, un Debian puro y duro con las aplicaciones añadidas por el equipo de Linux Mint y con un Cinnamon siempre actualizado a su última versión.
Así pues, finalmente instalé LMDE 6 (acrónimo de Linux Mint Debian Edition), y esta es la distribución con la que espero pasar todo el 2024.

Otra decisión que he tomado es cambiar de navegador. Durante mucho tiempo he usado Brave, pero he decidido volver a Firefox por varios motivos, siendo los principales la lenta agonía que está viviendo el navegador del zorro y que a mi juicio no se merece, por lo que he decidido apoyarle con su uso diario, y el ver que Brave cada vez mete más cosas relacionadas con criptomonedas, que es un campo que ni me gusta ni me interesa… ni sé que pinta tan integrado en un navegador que presume de libertad…

Después de todo, lo que más ha pesado en la decisión de abandonar Windows ha sido el controvertido tema de la privacidad y seguridad. Siempre he sido un defensor a ultranza de la privacidad, motivo principal por el que hace ya muchos años que abandoné el uso continuado de Windows, pero es que actualmente me estoy leyendo un libro titulado «La sociedad de control», de José Alcántara, que está disponible de forma pública desde la propia web del autor (adjunto enlace hacia su página de descarga: link) y que es un libro que recomiendo totalmente a cualquier persona preocupada por la privacidad e intimidad en este siglo XXI y me está resultado imposible no tratar de alejarme de los grandes intereses empresariales y tratar de centrarme en un consumo más responsable y en una mayor vigilancia de mi propia privacidad.

Como dije al principio, no tengo intención de probar más distribuciones ni de perder el tiempo con ellas. Por el momento (y hasta que salga Debian 13 dentro de casi dos años) no tengo intención de moverme de LMDE 6. Además mi hardware tiene ya 7 años, por lo que la compatibilidad con el mismo está asegurada incluso con el kernel 6.1 que incluye la distribución y el soporte de la tarjeta gráfica también con los drivers 5.25… y en caso de que me hiciesen falta un kernel o unos controladores más modernos, también sé como puedo instalarlos, por lo que no es problema que las versiones se de los componentes sean antiguas. Lo mismo pasa con los programas, gracias al uso de flatpak los tengo siempre actualizados.

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